- Padre, recuerde el salmo 129.
El cura retira rápidamente su mano y pide disculpas pero sus ojos se resisten a dejar de mirar la pierna, por lo que poco después su mano salta de la palanca de cambios, esta vez a la rodilla de la monja. Ante eso, la monja repite:
- Padre, recuerde el salmo 129.
El cura, contrariado, pide disculpas y trata de explicarse:
- La carne es débil, hermana.
Llegan a su destino y ella mira al cura significativamente, le agradece el favor de haberla acercado. El cura sigue su viaje y cuando llega a su destino corre a ver que dice el salmo 129: ".....Sigue adelante e inténtalo, encontrarás la gloria".
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